(fragmentos de una
entrevista inédita)
Genaro
Coa es un destacado artista plástico de nuestro estado. Nacido en Marigüitar,
actualmente reside en Cumana. Su obra pictórica se ha expuesto en diversos
salones y museos de Venezuela y del exterior. Entre otros, ha obtenido los
siguientes premios y reconocimientos: Mención de Honor VI Salón Bárbaro Rivas.
Petare. 1 Premio “América y lo Real Maravilloso” Museo La Rinconada. Caracas.
Premio “Diario de Carúpano”. 12 Salón Siglo 21. Cumaná. Premio Corporiente. 1
Salón ENSAL- Araya. 3er. Premio. Bienal Salvador Valero. Trujillo. En 1994 es
nombrado Patrimonio Cultural Viviente del estado Sucre.
Cuando yo comencé a pintar
siempre tuve la inquietud de conocer la naturaleza, porque tiene tanta
variedad, tantas cosas positivas, y yo empecé a observarla, por ejemplo las
sombras, y una cantidad de verdes que nosotros no tenemos idea… y el mar, en el
caso del mar, me acerqué poco, porque me interesa más la montaña, y de allí, de
la montaña aprendí mucho; tanto el sombreado, el mismo color, la fuerza que
tiene un verde, o la fuerza de un amarillo, azules, y otros colores… tú ves una
ardilla pintada por mí y pareciera un conejo, tiene doble pincelada. Eso es
intencional.
Cuando comencé a trabajar, en
mis primeros cuadros aparecen solo las selvas, luego fui integrando animalitos,
y luego fue cuando tomo, no una decisión, porque no fue una decisión tomada a
la rápida, fue integrando a las antañonas, ellas están casi todas de espaldas,
por con cabelleras largas… Mi idea es que ellas van más allá del lienzo.
Yo uso todos los colores, por
supuesto… por lo normal uso mucho el amarillo, por la luz, y el blanco. Siempre
me esmero para lograr una buena luz. La idea es transmitir la alegría a la
persona, y mucho colorido, color muy fuerte… Me gusta mucho el amarillo, e
igual que el verde, que es un color más frío, pero es armonioso dentro del
trabajo.
Para lograr una luz como la
logró Armando Reverón, cuesta. Yo lo admiro mucho por eso, y a otros pintores
como Van Goh, Rembrant. Porque cada uno tuvo su etapa… su don. Pero admiro más
a Armando Reverón. Específicamente lo admiro más por la luz…
Siempre me ha gustado hacer
bocetos, porque es más práctico. No me gusta improvisar. Cuando ya tengo cada
trabajo con volumen, y entonces ya puedo colorear. También muchas veces tengo
el cuadro en la mente, listo, solo para llevarlo al lienzo, yo puedo trabajar
en un plano mental, luego es cuando procedo a trabajar la línea, el volumen, el
color.
Recuerdo que yo trabajaba para
ese entonces en Alimentos Margarita, y ya la empresa no me gustaba mucho. Sí
notaba que no era suficiente para mí. Recibí como un ataque de luz, y fue
cuando decidí pintar. Para ese entonces tenía 17 años. Entonces, sin conocer
los materiales, y no me da pena decirlo; tan así que lo primeros cuadros no
tenían medidas exacta, pero sí existía la buena intención de hacerlos. Y me
dediqué a pintar. Luego fui conociendo las pinturas, las marcas, los lienzos,
por cierto que tengo unos lienzos de los primeros. Y luego continué, la primera
muestra fue en la plaza de Marigüitar… Mis primeros cuadros están hechos en
pintura de aceite. El primerito fue en zapolín, porque no conocía los materiales.
Ese cuadro lo conservo y lo voy a seguir conservando.
Mi infancia la pasé con mi
padre y mis hermanos en un conuco. Ahí jugábamos con barro, nosotros jugábamos
con grea, porque en esa zona donde se sembraban verduras se da ese barro
amarillo y nosotros jugábamos con eso; sobre todo yo, porque ellos se dedicaban
a otra cosa. Con carbones, también, porque los trabajadores que tenía mi papá
para ese entonces cocinaban y picaban y hacían sancochos y entonces yo cogía
esos carbones y dibujaba. Siempre tenía esa chispita, para hacerlo. Claro, sin
tener conocimiento de lo que hacía, dibujar, en las paredes. Mi papa se dedicó
por muchos años a la tala de conucos. Él tuvo en Caripito una finca. El surtía
a la zona de verduras y tenía dos casaberas. Él producía casabe… era el que se
encargaba de traer ese casabe a donde mi mamá que tenía una bodega en
Golindano. En ese pueblo tenía yo una galería. Ella recibía el casabe allí y lo
vendía y también trabajaba en Alimentos Margarita. Yo vivía con mis tías y mi abuela,
me crié con ellas y con mis primos y fue una infancia feliz, sin problemas.
Recibí mucho afecto por parte de ellas.