
El largometraje “Araya” es la narración a
través de tres (3) familias los Salazar, Pereda y Ortiz, que son como ventanas
que dejan mirar lo duro que era vivir en Araya en la década de los años
cincuenta del Siglo pasado. Son imágenes de sal que toman vida en el oleaje de
la Laguna Madre, conocida en la colonia como La Gran Salina. Imágenes de viento
y fuego de la herencia prehispánica de darle vida al barro para ayudar con
utensilios a cubrir nuestras necesidades alimentarias. Imágenes de ese
misterioso mar que nos cuenta de nuestros primeros asentamientos de los pueblos
que conforman la península de Araya.
Este
film que trata sobre la durísima vida de los mineros de la sal y de los
pescadores en la empobrecida península de Araya del estado Sucre cuenta con
gente del lugar, ya que ningún actor hubiera podido reemplazar esas caras; el
viento, el sol y la sal las habían tornado especiales.
Sin
embargo, Araya contiene todos los elementos que permiten ubicarla entre las
mejores películas de los 50. Su cuidado estilo, su mirada contemplativa, el
lirismo de sus luces y sombras, los hermosos y desolados paisajes que ofrece la
salina, la orquestación de esos cuerpos que son parte de un gran mecanismo que
realiza un trabajo agotador… forman un conjunto de imágenes con gran fuerza
narrativa y poderosa carga estética.
La
península fue descubierta por los piratas españoles en 1500, quienes dijeron que
no había salina más grande en el mundo. Para ellos la sal era más preciosa que
el oro, fue un lugar tan valioso y productivo que el rey de España para
defender estas tierras construyo una fortaleza, estas fueron la segunda de las
indias occidentales. Piratas, mercaderes de esclavos convirtieron estas tierras
en el centro de la piratería del Caribe.
Pasaron
450 desde el descubrimiento de Araya, y la directora venezolana Margot
Benacerraf describe en clave poética y atemporal un día en la vida de las gentes
que subsisten en las áridas tierras de la península de Araya, gracias a la
explotación de su salina natural. Esta labor la han venido desarrollando
manualmente y sin apenas modificaciones, desde la llegada de los españoles.
El cine venezolano, gana dos premios
importantes y muchos reconocimientos, de la mano de "Araya", película
de la joven cineasta Margot Benacerraf. En donde se nos muestra la ausencia de
flores para los muertos y la presencia de caracoles que llenan esa ausencia
natural. Este filme recibió el Premio Internacional de la Crítica (Premio
Compartido ex-aequo con "Hiroshima, mon amour" de Alain Resnais) en
el Festival de Cannes de 1959 y Gran Premio de la Comisión Técnica , Cannes,
1959.
"Araya" es considerada un verdadero
patrimonio de la cultura venezolana y un clásico en la historia del cine
mundial. De hecho, en 1990 fue seleccionada como una de las cinco mejores
películas en la historia del cine latinoamericano, dentro de la retrospectiva
de Latin American Visions, organizada por el Neighborhood Film/video Project de
Philadelphia.
Araya, fue una coproducción franco-venezolana
de 1959 que aborda en 82 minutos la vida real de los trabajadores de las
salinas, llegó a ser postulada a la Palma de Oro en Cannes. Pero el trabajo
total era de más de 3 horas de película, pero que debió ajustarse a las
condiciones del festival. Una lástima que hasta ahora no podamos disfrutar de
la otra parte de la película, que se piensa perdida.
Si aun no has tenido la oportunidad de ver
Araya, te la recomendamos, seguro puedes descárgala y disfrutar de esta
maravilla del cine venezolano y lo mejor de todo, de nuestro querido estado
Sucre.
Bibliografía: