Abr
2018

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Concierto Oriental.


Por Eudin Ramos.

Hay lugares con sonidos desafiantes, de belleza comĂșn y remota, donde se conjugan la voluntad de un viaje todo con la variedad contrastante del dulce y el mar, el hilo que conduce esta poliĂ©drica dimensiĂłn es el conflicto musical, que mĂĄs que conflicto, es la contradicciĂłn propia de la belleza. En el oriente de Venezuela hay una bĂĄrbara belleza, una sutil belleza, un silencio de espanto, y el acorde de un sol azafranado. AsĂ­ como Carpentier hizo un Concierto Barroco total en su obra (su obra total) en Diario de Venezuela plantea un debate estĂ©tico, donde la mĂșsica es el eje de su mundo. Parece existir una relaciĂłn inexcusable entre las letras y las notas, que se revela en todo ĂĄmbito y en todo tiempo. Sin embargo, el mundo musical en sĂ­, y para sĂ­, es un universo, y cada estilo y forma son como pequeñas estrellas alumbrando su propio cosmos; algo asĂ­ ocurre, con nuestra mĂșsica oriental.  La mĂșsica oriental es como su gente: amplia, amable, abierta, alegre, nostĂĄlgica, cĂĄlida, mestiza, apacible. Salada.  Como  el cafĂ©, el cacao, el tabaco, la caña… AsĂ­ es el GalerĂłn, el Joropo, la Jota, la DĂ©cima, la FulĂ­a, la Malagueña, el Golpe… los Velorios de Cruz. AsĂ­ son el cuatro, las maracas, la cuereta, la mandolina, la caja… y es que esta tierra se oye y se ve como un laberinto insaciable de dulce y calor, erĂłtico fulgor. Se expone desde las alturas de un Morocho Fuentes que no hace mĂșsica con las manos sino con la cabeza, un HernĂĄn que es un Yamarai, desde el encanto de Martha Pinto, de las manos mielĂ­feras de Amada Rojas, desde el ocĂ©ano de MarĂ­a que hace del canto una sirena mĂ­tica, desde las manos de Beto Valderrama tejiendo la voz de Francisco Mata, a Cruz Quinal “morocheando” las mandolinas, y a Margarita hospedando el cantar de JosĂ©  Villafranca…El joropo con la elegancia de su baile, y el empeño de no levantar polvo, se encuentra con El estribillo, logrando simetrĂ­as, siendo amiga de los cĂ­rculos, y de una curiosidad geomĂ©trica llamada Escobillao. La gracia y el galanteo vienen con La Guacharaca. Y despuĂ©s del galanteo… el cotorreo. Todo se encuentra en un gran concierto desde la costa Caribe de nuestras orillas, donde confluyen la melancolĂ­a y el encanto de varios pueblos, que se convocan desde sus sonidos. Unidos por un color azul,  abarcando una simbĂłlica lejanĂ­a, que abrazĂł el romance, pero tambiĂ©n la fuerza entrañable de los abrazos, el abandono y el silencio, y todo eso, es mĂșsica. Y la mĂșsica del oriente, es como las olas de su mar. Y como esto es apenas una invitaciĂłn, los invito a indagar en nuestra escamoteada riqueza musical, tan valiosa y robusta, como lejana y caprichosa. Bienvenidos a nuestros primeros compases.

Autor: Eudin Emilio Ramos Hilarraza 

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